Disfruta tus sentidos

Amanece en Madrid, normalmente soleado, siempre luminoso. La ciudad parece tranquila y apenas empieza a desperezarse. Sólo lo parece ya que hasta hace apenas un momento, algunos recorrían el camino de regreso a casa, animales nocturnos por deber o por placer … No importa, como en cualquier otra mañana se perciben los primeros latidos acompasados de una gran ciudad, el crujir de las rejas, los primeros motores, lejanas conversaciones y en un esfuerzo bucólico incluso el piar de los gorriones. Entonces, sí, llega el olor a café, por fin. Y a pan, a churros, a las frutas del mercado, a las flores del kiosko, al perfume de esa mujer que corre hacia su taxi. Todo ha pasado muy rápido, hasta que el Sol llega a su punto más alto y la ciudad se inunda de colores: los brillantes rubio y rojo de la cerveza y el vino, el intenso cobrizo del vermú, el verde de la oliva y el azul del cielo. Se mezclan con todos los tipos de gustos, los nuestros, o traídos de cualquier parte del mundo: imposible relatar la diversidad (mejor la imaginamos en forma de tapa y sus infinitas variedades). Necesitas parar un momento, dejar que la calma te envuelva. La ciudad, de nuevo, parece dormida, y el cielo sin prisa se tiñe, ahora con púrpuras casi obscenos (le encanta jugar al despiste). Ritmos tribales comienzan a rugir, en cualquier idioma, a modo de jazz o de rock, vestidos de cuero o de seda, cae la noche en Madrid y te persuade. No te resistas, ¡disfruta tus sentidos!

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