Siente lo auténtico

Después de algunas pequeñas decepciones, decidí que nada podría impedirme comenzar el proyecto y que Madrid, mi querido Madrid, sería mi lienzo en blanco y también me otorgaría ese cupón para un sentido de pertenencia que generalmente se distribuye a la entrada de esta ciudad, y que extrañaba tanto durante mis viajes alrededor del mundo. Cuando salí del portal (uno de esos pintorescos trampantojos de donde no se espera que salga nadie) corrí con mi cámara para documentar las vistas más auténticas de Madrid. Quería honrar a los iconos de nuestra ciudad utilizando todas las variaciones de luz posibles que realzan nuestras fachadas y sus murales; quería encontrar esos encuadres perfectos en los que los edificios históricos están coronados por luces de neón o esculturas posmodernas; y sobre todo, quería capturar personas con mi cámara, muchas personas, haciendo todo lo que solían hacer de forma natural. Se trataba de ilustrar la autenticidad de la ciudad, por lo que necesitaba material bastante selecto, ese tipo de imágenes que evocaran una particularidad, una forma de ser, un sentimiento único ... Ritos habituales que lejos de ser enigmas indescifrables, invitan a cualquier observador a convertirse en participante y disfrutarlo. Oh, sabía que pronto tendrían lugar las típicas verbenas de verano donde se exhibiría un excelente material. Después de pasar gran parte del día cavilando en todo lo que necesitaba para este proyecto, me di cuenta de que llegaba tarde a la cita con la abuela Rosa, ¡en su casa al otro lado del río! De nuevo corrí atravesando la ciudad, deteniéndome sólo un momento para comprar esos típicos caramelos de Madrid que tanto le gustan, los de esa antigua confitería en la esquina de la plaza que se siente tan auténtica ...

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